No dejan de escucharse, tanto en las asambleas como en la Red, continuas llamadas a la unión y a los supuestos objetivos iniciales. Unión y acuerdos de mínimos, como si las acampadas, asambleas o el cibergurú de turno representaran a la población española y no meramente a sí mismos.
Por doquier vemos que la unión se pone por encima de cualquier cosa en aras del asombroso propósito de dirigirnos hacia no se sabe bien dónde. ¿Qué objetivos son esos que hay que defender y que supuestamente nos llevan a la unión y viceversa? Pues, al parecer, son ese pastiche voluntarista y socialdemócrata de aquella plataforma llamada Democracia Real Ya que, por el simple hecho de haber canalizado exitosamente la indignación en el 15-M, ahora muchos (aunque no ellos mismos) dicen que representa sus fundamentos, la voluntad de los protestantes, su espíritu…
¡Pero esto es ilusorio! No existen tales supuestos objetivos compartidos por todos. Nadie está de acuerdo siquiera en uno solo. ¿Acaso el hecho de que yo saliera a la calle el 15-M significa que lo hiciera por lo que proponía DRY? ¿De verdad? ¿Y los que salieron más tarde? Yo pensaba que la gente salía y sale a la calle con DRY, WET o con la madre del cordero porque está hasta las pelotas; porque siente la necesidad de elevar su quejido agónico ante un mundo que la oprime y marchita; porque la presión no puede contenerse por más tiempo en su interior y el dolor escapa ya sin mordaza en forma de aullido visceral. Si la gente salió el 15-M y el resto de días a las calles fue por esto mismo junto a mil y una razones diferentes más, expresión de la natural diversidad de ideologías, conocimientos, perspectivas, deseos, sentimientos, voluntades… ¡No hay objetivos comunes originales ni acuerdos mínimos sobre lo que hay que hacer! Lo que hay de común en todos nosotros no es más que un deseo abstracto de mejora del sistema económico-político. ¡Y ya está!
Lo que empezó como una protesta no ha dejado de ser nunca una protesta. Es una protesta que se prolongó muchos días y que se ha pretendido convertir en un proyecto político desde el eclecticismo ideológico de aquel llamamiento de DRY. Pero no, esto es imposible. No se puede construir nada sobre cimientos de agua. Se ha intentado seguir el programa de la inclusividad absoluta que transpiraba DRY sin ser conscientes de que tal proyecto era imposible de partida. Tal inclusividad solo puede ser efectiva para convocar manifestaciones, para reunir, pero nunca para unir bajo un mismo proyecto político. ¿Qué proyecto, acaso? ¿Qué política? ¿Qué fundamentos? Peticiones de aquí y allí. Propuestas de allá y acullá. Las cenagosas aguas del pantano.
Acogerse al gotelé de reivindicaciones de DRY, de la asamblea de Peralta o de Don Pimpón el tecnopontífice es encaminarse al fracaso más rotundo y absoluto, como ya se está viendo. ¿Qué sentido tiene mantener tal o cuál acampada de momento si no se tienen claros los objetivos? ¿De verdad hemos montado todo esto para reclamar lo que ya tenían varios partidos políticos en sus programas? ¿Un cambio en la ley electoral? ¿Un azote tímido en el trasero de los bancos? Para este viaje no necesitábamos alforjas. Muchas personas no estamos saliendo a la calle con objetivos tan superficiales, pero parece que los cielos han hablado y hay que aceptarlos, pues son la voluntad de algún todo en el que no estamos incluidos.
Tan pronto las acampadas adoptaron la actitud promovida por DRY —consistente en amalgamar un totum revolutum—, la supuesta unión buscada no ha sido más que artificiosa e irreal. El sustento de esta unión total es imposible dada la diversidad de perspectivas, de evaluaciones, de fundamentos, de conocimientos, de ideas, de valores, de expectativas, de deseos… El consenso se prima, no se impone. No hay unión total sobre cimientos ausentes, diversos o incompatibles. El movimiento no puede seguir siendo un movimiento, sino que habrá de desdoblarse en varios según lo imponga su diferencia o bien perecer por conflictos internos. Aspirar a una homogeneización total es ingenuo y temerario, como lo son el populismo, el mesianismo y el dogmatismo. La diferencia ha de reconocerse y no eliminarse. La estrategia de DRY es, como dije, exitosa para la convocatoria, pero contraproducente para la política.
Las manifestaciones, las protestas, las actividades, las asambleas, los foros de internet y los chats son magníficos, claro que sí. Son los medios en los que nos encontramos, dialogamos, discutimos, acordamos, divergimos. Son la esencia de la democracia y el sustrato último de la vida pública. No los usemos con la intención de crear una masa homogénea imposible. No caigamos en un decisionismo vacuo y estéril. Usémoslos para elaborar interpretaciones informadas y conscientes del presente. Hagamos hermenéutica para establecer las bases teóricas y prácticas que nos permitirán definir con claridad objetivos de cambio a largo plazo y estrategias para alcanzarlos. Es la hora del recogimiento, la lectura, la reflexión… Es la hora de la filosofía.
Si no empezamos a construir los cimientos, la organización social alcanzada seguirá navegando sin rumbo fijo y, como bien apuntó Séneca, a aquel que no sabe hacia dónde se dirige su barco ningún viento le será favorable. Nuestros futuros proyectos serán probablemente diversos, pero todos serán hermanos con un espíritu común: el espíritu de las personas que hablan y deciden entre sí como iguales; como lo que son, personas, y no como autómatas al servicio de los dogmas.
Juan C. Valls
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Valls, J. C. «No hay objetivos comunes, reconozcámoslo de una vez (Movimiento 15-M)». La prisión mental. URL: https://laprisionmental.wordpress.com/2011/05/31/no-hay-objetivos-comunes-reconozcamoslo-de-una-vez-movimiento-15-m/.